El escritor italiano Primo Levi fue sobreviviente del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, como deportado en el campo de concentración de Auschwitz, Alemania, el cual lo marcó como hombre y como pensador. Testigo de tanto absurdo, sintió el deber de contar, describir lo innombrable, a través de sus reflexiones, y lo dejó sellado en sus libros: la memoria artificial.
Primo Levi nació en Turín en 1919, en el seno de una familia judía. Antes de lucirse como escritor, en 1942, se gradúo como Ingeniero Químico. Ese mismo año ingresó en una organización que luchaba contra el fascismo (que había instalado en Italia Mussolini), la Resistencia. En 1943 fue arrestado y deportado por la milicia fascista al campo de concentración de Auschwitz, luego transferido a uno de los campos secundarios, en Monowitz, donde permaneció hasta la liberación del campo por parte de los rusos, en enero de 1945.
Para Primo Levi haber estado implicado personalmente como victima y testigo del régimen nazi, de Adolf Hitler, fue una suerte de universidad, ya que lo motivó a la maduración, lo que formó en el una manera más segura, más concreta y más valiente de abordar la realidad, y, en consecuencia, le significó una vida, luego de su liberación, de reflexión: su experiencia en el Lager (término alemán que designa a los campos de concentración) quedó en su memoria, ya que el hecho mismo de escribir en los campos de concentración se consideraba sospechoso. Es así como, después de 29 años del Holocausto, se dedicó a trabajar la memoria a través de la escritura.
En sus libros, Si esto es un hombre (1947) y La tregua (1963), Levi intentó transcribir lo más penoso, lo más pesado y a la vez lo más importante de lo que vivió en Auschwitz. El objeto de éstos, sobre todo en Si esto es…, fue prevalecer el tema de la indignación, en busca de la acusación para conservar el testimonio. En el libro Deber de Memoria, en el cual fue entrevistado, sostuvo: “Si esto es un hombre recién se conoció a los diez años de haber sido escrito. Hubo comprensión hacia mí, solidaridad”.
El escritor contó, luego de años de análisis, en sus libros y entrevistas cuáles fueron los posibles motivos de su salvación. Para los judíos italianos un hecho relevante fue el aislamiento lingüístico (sólo el uno por ciento de los detenidos del Lager eran de nacionalidad italiana). Para él, eso fue una marca de fuego, una tortura, y superarlo constituyó uno de los factores de supervivencia, como también la existencia de un código de comportamiento, que el escritor denominó “saber vivir”: formó la armadura externa y visible de la vida moral de los detenidos, causa que los motivó a moverse en conjunto. Por otro lado, sobrevivió en parte por su condición de químico, ya que trabajó para la industria alemana que estaba en diarquía con las SS. Otro motivo fue que estuvo un año casi sin enfermarse y en Deber de Memoria afirmó que empeoró su salud “cuando hacía falta, cuando eso era una suerte”, porque contra todas las previsiones los alemanes liberaron a los enfermos a su propio destino.
Por Agustina Heb
COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA
Hace 6 años
"...y lo dejó sellado en sus libros: la memoria artificial."
ResponderEliminarEso de ´la memoria artificial´ para referirse a los libros me encantó. Me parece un termino genial.
Ya me puse a buscar los libros de Primo Levi. Espero esten a la altura del impecable artículo que me lo dio a conocer.