jueves, 22 de octubre de 2009

Al límite

Foto de Rafael Calviño

La cosa es así. Me piden un divague académico pero le voy a sacar lo de académico. Porque la semana pasada escribí algo así como “en este punto alcanzan un mismo plano de significación la imagen dentro de la imagen, el museo de arte banalizado, y lo figurativo”, y ni yo, y sobre todo yo, entendía lo que decía mientras lo leía en voz alta y ponía cara de “¿yo escribí esto?” (¿será esa una especie de extrañamiento?). En fin, lo que quería decir es que todo este año me vienen hablando, acá (acá no, esta es mi casa, pero cuando lo lea el acá va a ser un aula), de desestructuración. De pensar lo cotidiano, lo naturalizado, como histórico, contrucción y social. Y que Marcuse, y que el aceptar lo fantástico como parte de lo real, y que los colectivos son elefantes que se persiguen, y hasta escribí que alguien iba a comer a besos a alguien y eso era antropofagia. Chau metáfora aprehendida con hache. Entonces, a lo que iba, es en que ya no creo que lo real sea la foto en sí y lo ficcional lo que representa, lo que refiere, lo que denota. Capaz que verdaderamente hay un hombre durmiendo usando un cartón de frazada y al lado, justo al lado, dos personas que les dan la espalda y miran una pared. Porque está bien que es una publicidad, y está bien que es una publicidad adentro de una foto, ¿pero no está ya la publicidad, la imagen, inserta en nosotros? ¿No estamos ya formateados? ¿Podemos distinguir, vale la pena distinguir, a esta áltura, la mentira de la verdad? La verdad: un mecanismo extraño para mí reprodujo lo que se vio por la lente de una cámara en un pedazo de papel, papel virtual o real. La mentira: un hombre duerme tapado con cartón al lado de dos personas en un museo de arte banalizado que le dan la espalda. Y ya no sé cual es cual. Y hoy elijo plantarme y decir que no creo más en las metáforas. Como si fuera algo en lo que se elije creer o no. Si no era así, hoy lo inauguro yo. Soy más escéptica que nunca. Lo que está ahí reflejado es. ¿Porque acaso no es eso el arte? ¿La capacidad de mostrar una realidad que existe? Porque no importa si esas tres personas de las fotos no estaban efectivamente ahí, no importa nisiquiera si estaban armadas con photoshop, o si eran un dibujo. En algún lado existen, en alguno y muchos lados, en todos. Y yo soy esas personas, a veces las de la publicidad y a veces el hombre que duerme. Porque a veces me dieron la espalda y muchas veces la dí. Y que yo llegue a esa conclusión gracias a mirar algo que no existe (o sí, me contradigo y me vuelvo a contradecir y está bien) se llama arte. Y nuevamente caigo en escribir algo que cuando lea en voz alta ni yo ni nadie va a entender, pero en este momento, lo juro, tiene tanto sentido. Y es tan sentido. Catártico.

domingo, 18 de octubre de 2009

El segundo sexo - Simone de Beauvoir


"La mujer tiene ovarios y útero, y estas condiciones singulares la encierran en su subjetividad. De ella se dice gustosamente que piensa con las glándulas. El hombre olvida, en su soberbia, que su anatomía también supone hormonas, testículos. Toma su cuerpo como una relación directa y normal con el mundo, al cual cree aprehender con su objetividad, mientras que considera que el cuerpo de la mujer se encuentra como entorpecido por cuanto lo especifica: un obstáculo, una prisión."

miércoles, 7 de octubre de 2009

Festival Internacional de Buenos Aires

Una maratón de obras en medio de una situación crítica para el teatro

Se reavivará la tendencia de la fusión entre música y drama; según algunos de los participantes y especialistas en artes dramáticas, el circuito alternativo atraviesa una de sus mayores crisis, por falta de público sostenido en el tiempo y por carencia de medios de difusión.


Cuatro letras pintorescas, que pertenecen a los afiches esparcidos por las largas avenidas de la Ciudad de Buenos Aires, dan cuenta del festejo que se apoderará de la atención de los amantes del arte escénico contemporáneo del 5 al 17 de octubre. El VII Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) se desarrollará en el marco de una serie de cambios que lo diferenciará de las seis ediciones anteriores. El directorio artístico dejó de estar a cargo de Graciela Casabé para ser representado por Rúben Szuchmacher y Alberto Ligaluppi, quienes establecieron nuevas condiciones en el momento de seleccionar las obras.
Por un lado, espectáculos argentinos que no hayan participado con anterioridad al evento que se realiza cada dos años. La idea central es promover la inclusión de trabajos del interior del país, conformándose así la presencia de dos obras de Córdoba, una de Santa Fe y otra de Tucumán (sobre un total de casi 500 presentadas). De la capital porteña han sido seleccionadas 24.
En cuanto a las innovaciones internacionales, los representantes del FIBA han sido rigurosos con la elección, ya que remarcaron mayor presencia de grupos regionales, como Paraguay – será su primera visita-, al tener en cuenta “la idea de diálogo entre ciudades y la creatividad de obras en contraposición a las grandes producciones marquetineras de compañías del exterior, generalmente provenientes de Europa”, justificó Szuchmacher. De este modo, el número se fijó en 28 realizaciones de afuera.
Según las estimaciones difundidas en el momento de promoción de eventos por el gobierno de la Ciudad y por su ministerio de Cultura, cuyos representantes son Mauricio Macri y Hernán Lombardi, respectivamente, Buenos Aires está ubicada en un rango privilegiado culturalmente, dentro de las capitales de América Latina. Sin embargo, en la práctica las apreciaciones no son las mismas.
Las oportunidades de muchos artistas del circuito no-convencional han adoptado en los últimos años una posición de desamparo en cuanto al acceso de la producción y promoción de obras. ¿Qué tipo de participación se le dá a grupos del interior en el FIBA, cuando sólo fueron seleccionados espectáculos de tres provincias? ¿Hasta dónde llegará la concentración porteña? Tan es el desgaste de este arte, nacido para salir de las líneas generales contemporáneas, que hasta sus cultores se ven arrastrados a buscar “nuevos espectadores” (ver aparte).
Con una expresión de rabia y exaltación, Estela Castronuovo, coordinadora del Teatro argentino, latinoamericano e hispánico (TeALHi)-programa dependiente del Instituto de Artes del Espectáculo de la facultad de Filosofía y Letras- estableció que el problema del desconocimiento de la producción del interior “es un tema que hace rato viene sucediendo”, a tal punto que la licenciada en artes dramáticas remarcó que ésta es una cuestión de “políticas culturales que superan al FIBA”.
Según las concepciones de Castronuovo, “existe una sensación de anquilosamiento estético, que deja de lado a mucha gente talentosa”, y para reparar ese “acartonamiento” se necesita “un soplo de aire fresco”. En la misma sintonía, la secretaria de Cultura de la Asociación Argentina de Actores, Susana di Gerónimo –con basta trayectoria como actriz, docente y directora de teatro- sostuvo que “hay una gran actividad en las provincias que no es difundida y que lucha con muchísimos inconvenientes. Debería garantizarse un apoyo que además les genere una remuneración como trabajadores”.
El tucumano Diego Bernachi, director e integrante de la obra Il Fait Mauvais…Llueve que participará del Festival, dejó sentado el panorama que se vive en su provincia natal:”Nosotros no tenemos la posibilidad no porque no queramos, sino porque no se nos permite”. ¿Desde dónde y quiénes dan las directivas? Sin dudar, Bernachi manifestó que la concentración y el manejo “proviene de Buenos Aires, de gente que centraliza poder en el teatro, puntualmente entre Rosario (Santa Fe), Córdoba y Buenos Aires”. La solución más cercana que encuentra el director es “democratizar las elecciones y bajar la carga de condiciones para subsidios que establece el Instituto Nacional de Teatro (INT)”.
Castronuovo, también docente de la cátedra de artes dramáticas de la Escuela Nacional de Teatro, marcó que con el excesivo esfuerzo de los artistas independiente frente a la carencia de subsidios y ámbitos de difusión, el trabajo se torna “antiprofesional”.
La mirada de Juan Parodi, director de Cariño Yacaré, otra producción que participará del encuentro, puede acercarse a lo que se ve desde Buenos Aires. “Si bien es poco el material proveniente del interior, hay un avance con respecto a los años anteriores del FIBA –muy cuestionados por el accionar de la entonces directora que tenía una empresa de representación de espectáculos en el exterior- donde directamente se lo ignoraba”. Así, Parodi formuló una de sus expectativas del Festival: “Ojalá sea la puerta para que el próximo albergue mucho más teatro del interior”.
Diego Bernachi también mantiene la fe: “El FIBA es una gran vidriera de contactos que se nos puede abrir”.
Sin embargo, para Estela Castronuovo no serán positivos los resultados después del evento internacional. “Es un festival más, una publicidad más de la gestión que se apodera de un discurso para justificar sus negocios. El FIBA terminará y los artistas volverán a su situación de desamparo, porque no hay políticas culturales que duren en el tiempo”.
Público, ¿dónde estás?
Los resultados de las ediciones anteriores del FIBA han demostrado una masiva concurrencia que albergó a más de 300 mil espectadores. Ahora, lo que se pregunta Juan Parodi es “¿dónde está todo ese público el resto del año?”. Frente a este cuestionamiento, el Director de la seleccionada Cariño Yacaré estableció que hay una producción “muy prolífica”, con una “diversidad de estéticas, temáticas y formatos”; pero, como contraposición, “los artistas vemos una corriente de público que no aumenta, no se fortalece”.
A partir de aquí, se puede enmarcar cuáles son las preocupaciones de los creadores de teatro: cómo llevar el público a las salas y de qué modo sostenerlo en el tiempo.
Según Castronuovo, la época “isabelina del teatro” o “el fenómeno del Siglo de Oro español” en Argentina ya fue historia, “porque cada época ha mantenido su expresión artística y hoy la que ocupa ese lugar son los recitales o los medios audiovisuales”.
“Quizá deberíamos aceptar que el público es elitista, ya que forma parte de hábitos sociales y culturales”, manifestó la profesional y añadió que los grandes directores vanguardistas del siglo XX, “como el polaco Jerzy Grotovsky”, ya sabían que el teatro no era una corriente masiva, al argumentar que “los espectáculos se hacían con grupos muy recudidos”.
Además, trató de explicar este fenómeno al poner de ejemplo cómo en la ciudad de Buenos Aires se achican las salas de teatros. “La capacidad cada vez es más limitada”. No obstante, aseguró que “si el público se expandiría, los creadores tendrían más posibilidad de sostener sus obras en cartelera”.
Un menú más variado
Otras ocurrencias de la séptima edición teatral son las actividades organizadas bajo distintas disciplinas del arte, como la música, la literatura y el cine: “Cámara Hamlet”, un ciclo de cine que recorrerá diversas versiones basadas en el personaje de William Shakespeare; “Babel, la biblioteca”, presentará la lectura en idioma original de obras de autores internacionales; habrá una serie de coloquios destinados al debate de temas relacionados directamente con el teatro; y, por último, cada jornada será cerrada por conciertos de la “Pequeña Música Nocturna”, con la actuación de reconocidos músicos del circuito alternativo.
“La revalorización de la música en el teatro”
Dentro de las actividades dramáticas del FIBA se puede observar que, en la mayoría de los casos, la música proyecta elementos del drama.
Según el músico argentino Sami Abadi, que participará en “Pequeña Música Nocturna”, y que compuso producciones para obras teatrales, “la música en vivo, al ser algo performativo, no puede dejar de tener elementos del teatro”.
Por su parte, Ulises Conti, actor y músico que también participará de la sección de cierre de las jornadas, reforzó lo dicho por su colega al establecer que “cuando se crea la fusión lo que sale es un resultado, por la complicidad que hay entre el compositor musical y el director teatral”.
Juan Parodi (Cariño Yacaré) remarcó que actualmente hay una “revalorización de la unión entre música y teatro –establecida desde el Simbolismo, en el siglo XIX- cosa que en algunas etapas ha sido vista con cierta desconfianza”. Estela Castronuovo opinó en la misma línea y agregó que “hoy el actor se anima a fusionar todas artes”.

Primavera que no llega

Detrás de la habilidad de Immanuel Wallerstein para escribir, y su ingenio a la hora de argumentar, se enmascara un fatalismo tan radical que incluso llega al punto de dar por sentadas las fechas exactas en que sus predicciones ocurrirían. Sin embargo, suponer que la retirada de las tropas estadounidenses de Irak, hecho que efectivamente va a ocurrir en 2010 en detrimento de la confianza de la sociedad norteamericana en su poderío bélico, va a generar una “tormenta de fuego” es suponer que la presencia de Estados Unidos en Medio Oriente genera un clima de orden interno. Nada más lejos de la realidad.
Si bien Wallerstein no se equivoca cuando afirma que, tras la retirada estadounidense “probablemente los afganos vuelvan a la situación de las continuadas e insidiosas reyertas interétnicas de los señores de la guerra”, la situación actual del conflicto consta de tres actores: el gobierno estadounidense, los estados de los paises orientales involucrados y los talibán, todos ellos en permanente y violento enfrentamiento. La tormenta ya existe, Estados Unidos no fue ni será una garantía para la sequía armamentista y bélica.
El talibán sorprendió al mundo y demostró una fuerza mayor a la predicha. “Los talibán han resultado ser mucho más tenaces y militarmente efectivos de lo que nadie hubiera anticipado”, explica Wallerstein, y agrega que Estados Unidos es iluso al pretender erradicar al movimiento en tan solo diez años. Después de la vuelta a casa de las tropas norteamericanas, el objetivo del talibán será potenciar y hacer efectiva su ambición de imponer su ortodoxia islámica en la región y dejar en claro su destreza en asuntos militares. ¿Cuál es su objetivo ahora? Exactamente el mismo. ¿Cómo lucha para lograrlo? Con armas y manteniéndose firme en zonas estratégicas y pobladas de violencia como Afganistán y Pakistán.
Wallerstein predice el estallido de una tormenta torrencial, pero las precipitaciones ya existen y no son aisladas. ¿Hay que esperar a que Estados Unidos retire su ocupación el 31 de diciembre de 2010 para los truenos y relámpagos? El sociólogo pasa por alto que el temporal estrenduoso, con aroma a pólvora, empezó el día en que el mundo se dividió en dos maneras de pensarse a sí mismo tan extremas y distintas. Desde entonces, no hay primavera.

Efemérides 11/9

Este mes se cumplen ocho años del día en que un avión derribó dos torres muy altas, e idénticas, en Nueva York. Detrás del humo aparecieron muchas cosas, entre ellas, una conmosión mundial que da a entender que la historia empezó el 11 de septiembre y se desentiende de los miles de muertes que Estados Unidos ya había provocado en Medio Oriente, teorías conspirativas acerca de la responsabilidad que el propio gobierno estadounidense podría haber tenido en el hecho y, de la mano de George W. Bush, una guerra.
De acuerdo al gobierno del ex presidente, derrocar al entonces dictador iraquí Saddam Hussein significaba la prevensión de otro atentado a Estados Unidos -a pesar de que la responsabilidad de la caída de las torres gemelas se la adjudica a la organización terrorista Al Qaeda, en manos de Osama Bin Laden- y la liberación del pueblo oprimido de Irak. Al menos, estas son las razones que esgrimió publicamente, sin hacer mensión al hecho de que el país que invadió en 2003 se encuentra en tercer lugar en la lista de países con las reservas de petróleo confirmadas más grandes del mundo. La teoría de la guerra preventiva de Bush fue sostenida, entre otras cosas, con la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva por parte de Irak, hecho que, una vez desmentido, le generó al ex mandatario una gran perdida de credibilidad y popularidad tanto a nivel internacional como dentro de los márgenes de su propio país.
Este, junto a otros desatinos políticos, le significaron al conservador y liberal, en términos políticos y económicos, Partido Republicano, la derrota electoral que dejó a la Casa Blanca en manos de los demócratas, encabezados por Barack Obama. Su campaña tuvo entre sus principales argumentos a la promesa de retirar a las tropas de Irak, al contrario de su opositor republicano John Mc Cain, que uso al conocimiento bélico que esgrimió tener, y que reforzaría la seguridad estadounidense, como eje de su estrategia electoral. Sin embargo, una lectura que ubique en Obama un antibelicista se vería desmentida por los hechos: si bien está haciendo efectiva la retirada de tropas en Irak -142 mil hombres habrán dejado el país el 31 de agosto de 2010, según anunció el mandatario en febrero de este año-, los soldados norteamericanos tienen ahora un nuevo destino: Afganistán. De acuerdo a Omar Bravo, periodista que se desempeñó en la United Press International, entre otros, y actualmente enseña política internacional, “el presidente estadounidense se ha comprometido muy fuerte con el cronograma de retiro de tropas de Irak y la posibilidad de no cumplir sería cuasi suicida en términos políticos”.
El presidente anunció en marzo de este año el envío de 4000 soldados al que definió como “el lugar con más riesgo del mundo” para los estadounidenses. El principal objetivo de esta estrategia, al menos en la superficie, es combatir a los talibán, un movimiento de fanáticos religiosos con instrucción militar que defienden a ultranza, y con armas, la tradición y cultura islámica. “Afganistán presenta todos los síntomas de lo que Estados Unidos llama un Estado no viable. Es decir, un gobierno aliado débil, con altísimo nivel de corrupción, con amplias regiones donde no llegan los poderes del Estado, lugares donde la ley la imponen grupos armados, tribus y etnias, un campo fértil para todo tipo de mafias y traficantes”, explicó Bravo.
El curso de acción seguido, en materia de guerra, por el nuevo presidente estadounidense no difiere sustancialmente del de Bush, quien había anunciado, cuando todavía era gobierno, la paulatina retirada de Irak e inminente invasión a Afganistán. Al respecto, Max Boot, historiador y autor especializado en Seguridad Nacional de Estados Unidos, dijo -según remiten los historiadores Pablo Pozzi y Fabio Nigra en su libro La decadencia de Estados Unidos-: “Nada en Obama representa un cambio drástico, al contrario, continuará el camino diseñado por Bush”.

martes, 6 de octubre de 2009

Ley de medios y cine

Un nuevo espectro para la industria cinematográfica argentina

El proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales estipula que, de aprobarse, los canales de televisión deberán invertir parte de su facturación en la compra de largometrajes independientes.

Las mismas palabras se repiten y redundan en un debate de medios mediatizado. Si libertad de expresión o mordaza, si K o no K, si monopolios o pueblo, si con telefónicas o sin, si autoridad de aplicación autónoma o cinco kirchneristas decidiendo. Y detrás de los números, del resistido artículo 161 -del año pautado para que las empresas acaten a la nueva norma-, de la cantidad de licencias, de la ley de la dictadura con reforma menemista en 1994; la banda sonora de nuestras vidas de ciudadanos del siglo XXI: un televisor de fondo, siempre prendido.
Más allá de los puntos discutidos por el arco opositor al proyecto emitido por el Poder Ejecutivo de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, que reBalsa a la fauna política e incluye también a algunos sectores del espectro mediático -ejemplificar en este punto con el grupo Clarín ya es una obviedad-, el artículo 67 establece un punto de inflexión para la industria cinematográfica nacional e involucra a las televisoras en el solvento del cine.
Según estipula el artículo, de aprobarse el proyecto de ley, que cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados y un inminente tratamiento en el Senado, las televisoras abiertas y por subscripción, es decir, por cable, deberán comprar ocho películas nacionales por año antes de que inicie su rodaje. Por otro lado, la iniciativa ofrece a aquellos canales que, debido a su reducido alcance -menos del 20 por ciento de la cobertura total del país-, no cuenten con el dinero suficiente para adquirir ocho películas por año la alternativa de destinar el 0,5 % de su facturación total a la compra de películas nacionales en pre-producción, sin importar para cuántas le alcance.
De acuerdo a Pablo Rovito, productor argentino y miembro fundador de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematografías de la Argentina y la Asociación de Productores Independientes de Medios Audiovisuales (APIMA), lo que el proyecto de ley establece no es una cuota de pantalla, ya que ocho películas es un número muy chico para ser considerado así. “Cuando se habla de que te van a obligar a ver cosas que no querés ver es una estupidez. En este caso no se fija una cuota específica. Pensar que en 365 días de 12 horas de programación diaria un canal va a dar ocho tardes una película no es una imposición muy fuerte”, explica. Según él, a lo que se apunta es a una cuota de facturación y éste es justamente el cambio más importante que introduciría la ley: “Va a haber en el mercado una cantidad de dinero y de inversión que antes no estaba, más allá de que es una suerte de subsidio indirecto, porque no es que surge del mercado sino que el Estado regula y obliga a hacerlo. Pero una vez hecho esto, lo que queda es una relación de mercado entre el productor y los canales”.
Tal como están las cosas, no es factible que se produzca cine, tanto en Argentina como en la mayoría de los paises, con excepción de Estados Unidos, India y China, sin un sistema de fomento estatal. Rovito -que en 2006 abrió Arte Cinema Sur, un espacio que presta sus salas para la emisión de películas de autor- detalla que las causas de esto se encuentran en que al público indú no le interesa ver productos extranjeros, por lo que hay un gran mercado interno, en China hay una sola empresa que produce cine que es el Estado, por lo tanto acapara al total del público, y Estados Unidos cuenta con un gran mercado exterior. Además, y en detrimiento de las demás industrias locales, su forma de comercialización, conocida como dumping, consiste en solventar a las películas que no ganan lo suficiente como para recuperar su inversión vendiendo paquetes de films y así compensar la pérdida con aquellas películas que recaudan mucho más de lo que salió producirlas. El precio al que se deberián vender esos largometrajes teniendo en cuenta su costo de producción llega a las pantallas de televisión argentinas amortizado. Entonces, ejemplifica Rovito, una película cuya realización implicó 100 millones de dólares se vende a los canales locales a 10 mil dólares, y genera una competencia imposible de asumir para las producciones nacionales.
Otro problema que enfrenta la industria cinematográfica argentina y al que apunta a solucionar el artículo 67 del proyecto de ley, explica Rovito, quien participó en las deliberaciones sobre las leyes de Cine de Argentina, México, Colombia y Uruguay, es que a los canales no les interesa emitir productos que no hayan sido creados y distribuidos por ellos mismos. El apartado indica que las películas adquiridas por los canales deberán haber sido realizadas por productoras “mayoritariamente independientes”. Para el cineasta, el término apunta a aquellas realizadoras que no dependen de televisoras y distribuidoras. Sin embargo, Diego Galíndez, secretario del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA), no coincide con Rovito en este punto. Desde su visión, el término se refiere a aquellas producciones que no cuenten con el subsidio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), que, según explica, son muy pocas, por lo que no alcanzarían para completar la cuota de pantalla que impondría la nueva legislación.
La ley de Cine argentina (n° 24.377), estipula que de la totalidad de lo recaudado por el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), el 40 por ciento se destina al INCAA, que funciona como un administrador de ese dinero. El Instituto analiza si los guiones que le presentan las productoras cuentan con un presupuesto real, no dibujado, y factible y si son de interés público. De ser así, le otorga a la película un subsidio, que representa alrededor del 50 % del costo de producción.
El proyecto de Ley de Medios prevee bajar el 40 % destinado al INCAA al 25 %, con el argumento de que el COMFER va a recaudar más y, por lo tanto, el monto de dinero no va a variar. “En términos técnicos podría ser o no cierto, todavía no se han hecho las cuentas ni se a cobrado efectivamente. Pero aunque así fuera, no es lógico. En realidad, si se amplia la forma de cobrar es porque se ha ampliado la forma de ver cine. Lamentablemente esa discusión la perdimos. Sí logramos incorporar una cláusula tipo gatillo donde el 25% no pueda ser menos de lo que cobrabamos ahora, de manera tal de que por lo menos no baje la recaudación inmediata”, detalla Rovito.
Tanto él como Galíndez coinciden en que el actual aporte del Estado al cine es acorde a lo que se produce. Sin embargo, el director Bernardo Czemerinsky, conocido como Bebe Kamín -Los chicos de la guerra (1984)-, opina que el cine está en deuda con la sociedad argentina: “No veo que el cine nacional haya producido en los últimos años un monto de películas que justifiquen, económica y culturalmente, la confianza que le da la sociedad al ofrecerle su capital. No creo que el Estado tenga que ser la vaca lechera de todas las actividades de riesgo”, manifiesta.
En cuanto a los efectos culturales que pueda tener la aplicación de una cuota de pantalla, Rovito dice que, si bien no cree en la educación del público, porque contiene un sentido de superioridad de los que deciden que se debe ver por sobre los que lo consumen, sí considera que es necesario dar opciones: “La elección tiene que ver con el acceso, no solamente con que exista. Se trata de que el público tenga permanentemente la información para poder elegir qué va a ver y qué no. El cine estadounidense nos ha acostumbrado a un modelo de contar, a una forma de relacionar al producto con el espectador durante muchos años de bombardear con ese material. En ese sentido creo que hay que hacer un trabajo de recuperación del público para que pueda ver otro tipo de películas”, explica.
Galíndez, por su parte, no focaliza las implicancias en la cultura por el lado del público sino por el de los creadores: “La realidad es que actualmente hay unas pocas personas que dicen 'yo paso lo que se me da la gana y a quien puedo pisar con esto no me interesa. No me importa el pibe que se mató 3 años con un guión', que tiene todo el derecho del mundo a realizarlo y que la gente lo vea y opine si le gusta o no. Por el solo hecho de que quiere decir algo tiene derecho a estar en televisión. Esto no es una ley K, como dicen muchos, la pide en Catamarca un pibe que no sé si lo votó, la pide un pibe que vive en Usuhaia y lo único que quiere hacer es cine y no le importa otra cosa”, ejemplifica.

jueves, 1 de octubre de 2009

La inseguridad - crónica escrita en un viaje en tren a San Isidro



San Isidro es distinto

Más de una persona le había hecho el gesto de la nariz para arriba cuando contó que vivía en San Isidro. Y capaz tenían razón. O tal vez no. El partido incluye a la Cava, una de las villas más grandes del país, aunque tanto los sanisidrenses como los de afuera no acostumbren a mirar mucho más lejos de las calles Alvear, Belgrano y la hermosa avenida del Libertador. Pero, como dice el eslogan de la Municipalidad, que adorna numerosos carteles en la vía pública, San Isidro es distinto. Es la tierra de la convivencia. Una fortaleza de dos pisos emerge de un césped de película estadounidense y a ella entra una camioneta que parece tanque y se esconde con el ruido seco del portón metálico que se cierra como una cachetada. A unas pocas cuadras hay una pared inmensa custodiada por gendarmes que separa, como si la división no fuera ya obvia, como si se necesitara que digan “Ey, acá hay un ustedes y un nosotros”, a la villa del precioso, patricio, aristrocrático barrio de Santa Rita, o la Horqueta, no sé, son iguales. Error. San Isidro no es convivencia, es indiferencia. Es la tierra de las caras que miran para otro lado, para el más lindo.

Desde ya, muchas gracias
Ella iba a un colegio que quedaba en esa zona cerca de la estación San Isidro, donde hay una densidad de cinco colegios privados cada trescientos metros cuadrados. Sobreabundancia de elitismo que se complementa con la presencia del Club Atlético San Isidro, “cuna de los gerentes de empresas del mañana”, debería ser el eslogan. Allí no había convivencia, pero sí indiferencia, porque no hace falta que te pongan las cosas en la cara para saber que existen, ¿no? Sin embargo, hay un lugar de confluencia en la rutina de la mayoría de los habitantes de la zona: el tren. El que va de Retiro a Tigre, al que todos se refieren diciendo “Ah, pero es tranquilo, ahí no pasa nada”, el tren de la gente “bien”. El tren bien. Claro, eso no quita que una nena me entregue una tarjeta que dice “Señores pasajeros, disculpe la molestia, me puede ayudar con algunas moneditas, desde ya, muchas gracias” en el momento justo en que escribo “el tren bien”. Si supiera que estoy escribiendo sobre ella cuando me dice “que linda letra”...

Ay de nosotros
Cinco adolescentes vestidos igual, verdes de pies a cabeza, entran al vagón. Adentro, la confluencia. Seguramente a los y las oficinistas que vuelven del trabajo les moleste su presencia de risas fuertes y comentarios idiotas. Seguramente a las tres chicas sin uniforme algo en su presencia les moleste aún más.
“Chicos, me tiraron el pelo.” Ella se da vuelta y ve a las tres chicas, de esas que no entran en el “nosotros” sino en el “ellos”. Cada una mira a un lugar diferente del tren, parece una foto. “Chicos, me empujaron.” Otra foto. “Chicos, me pegaron una patada.” Tercer flash. Estáticas. No le quieren robar, no es más que el divertimento pasajero de tres pasajeras. Si esto llegara a conocimiento de TN sería algo así como: “Episodio de violencia extrema: joven estudiante atacada sin razón alguna por tres malvivientes mientras viajaba en tren”, y algunas vecinas sanisidrenses aparecerían diciendo que antes se podía viajar lo más bien, que ya no se puede vivir tranquilos, que ay de nosotros.

La nena sufrida
Minutos más tarde ella atraviesa las cinco cuadras de la estación a su casa, saluda a dos de los tres garitas que cruza, entra y se saca los zapatos de uniforme verde de colegio. Después se acuesta en el sillón naranja, el que inevitablemente induce a la siesta, y su mamá que le pregunta si quiere un té para sobrepasar el momento de vandalismo traumático que acaba de vivir. Sí, dice con voz de nena sufrida y prende la tele mientras espera el té. TN. Mientras que asesinatos, inseguridad, Fondo Monetario, el flagelo de la droga, la juventud perdida, los beneficios de comer bien y el gol de Palermo pasan por sus ojos piensa en la prueba de inglés que tiene al día siguiente (¡falta poco para rendir ese examen de universidad inglesa que, según le dicen, es una garantía para algún día conseguir trabajo!), su mente sigue divagando y aterriza en la remera nueva que va a estrenar el viernes a la noche. Y TN sabe todo esto.
A partir de este punto no puedo mentir. No sé cuántas cuadras caminó cada una de las tres chicas del tren para llegar a sus casas, ni si se tuvieron que tomar después un colectivo o qué. Tampoco sé si saludaron a dos garitas, pero puedo suponer que no. A lo mejor se cruzaron a algún policía, pero seguro no las saludó. No sé si cuando llegaron a su casa había un sillón naranja cómodo donde acostarse y si alguien les ofreció un té para sobrepasar la vida traumática que acababan de vivir. Pero puedo suponer que no. No sé si pensaron en la prueba de inglés del día siguiente, si iban a estrenar una remera ese viernes, si era importante estrenar una remera ese viernes, y si un examen les iba a garantizar trabajo. Pero puedo suponer que no. No sé si algo o alguien alguna vez les va a garantizar trabajo, pero puedo suponer que no. Ni TN ni yo sabemos todo esto. Y nos llenamos la boca hablando de la inseguridad. Qué palabra tan amplia, ¿no?