Hace días que mamá no me da una sorpresita cada vez que salgo de la escuela. También, hace días que papá está en casa cuando, por la tarde, luego de hacer la tarea, tomo la leche con mi hermana. Me pregunto por qué está acá y no en el negocio, su lugar de trabajo que, cada vez que lo iba a visitar- y hablo en pasado porque he dejado de ir- se volvía para mí un parque de diversión: pasaba horas inventando juegos con maquillajes, desodorantes y jabones; eran momentos que disfrutaba para abrir mi imaginación.
Su aspecto no es el de siempre, observo que tiene los ojos tristes, como cuando yo estoy a punto de llorar porque me retaron si me comporté mal. Está muy flaco y nervioso, no deja de fumar y cuando habla su mandíbula se traba un poco, según el médico tiene “disfunción temporomaxilar”.
Por estos días, en los noticieros los periodistas hablan todo el tiempo de las “próximas elecciones legislativas que definirá el futuro del Presidente” y además sobre el cercano aniversario del atentado a la mutual judía AMIA. Observo cada movimiento de papá. Está leyendo el diario, pero lo hace de manera rápida y no deja de hacerle comentarios a mi mamá, que lo mira y le hace un movimiento con la cabeza como de negación y acota: “Espero que la gente se dé cuenta que este tipo- por el entonces presidente Carlos Menem- está hundiendo al país, vamos a quedar todos en bolas”.
Como ya sé leer, desde la otra punta de la mesa, alcanzo a visualizar lo que está escrito en la tapa: “El desempleo continúa en alza (La Nación, 12 de julio de 1997)”. Como no entendí mucho la frase me animo a meterme en la conversación y a preguntarles qué significa. “Agus, eso significa que cada vez hay más gente que pierde su trabaj…”, dice mamá interrumpida por papá: “Dejá, yo les voy a explicar que es lo que está pasando acá”. Nos sentamos en ronda en la mesa, y papá empieza a hablar…”Hijas- cuando usa esa palabra es porque algo importante tiene para decir- estamos pasando un momento muy grave. Los que nos gobiernan y en especial nuestro presidente, el Monstruito- por Carlos Menem- están haciendo cosas en la economía que afectan a la gente, y por eso muchas personas pierden su trabajo…”.Sin vacilar, los dos se miran y papá respira “muuuy” hondo, y continúa: “Seguro han notado que desde hace días estoy mucho tiempo en casa, y de nuestro negocio ya no hablo más. Bueno, la cosa es que me fundí, y tuve que cerrarlo. Ahora soy un desempleado…desde ahora voy a tener que salir a buscar trabajo y vamos a tener que cuidar el bolsillo, comenzó el tiempo de las `vacas flacas´”.
Y sí, ahora ya entendí que papá como tantas otras personas se había quedado sin trabajo, todo por culpa del Monstruito. Tengo claro que si no recibí más sorpresitas es porque no alcanzaba el dinero para cosas que en realidad no nos hacen falta, y que ahora me voy a tener que conformar con lo que tengo y a valorar mucho más mis juguetes, en especial las Barbies, ¡que son tan caras!.
Me acerco y abrazo fuerte, pero muy fuerte, a mi papá, mientras le seco las lágrimas. Siento en su cuerpo que está más liviano, más tranquilo. Sé que muchos chicos como yo van a pasar por lo mismo, y sé que muchos padres se quedarán sin trabajo, como el mío. Pero van a ser ellos quienes, con su lucha diaria, harán llorar a “los de arriba”.
COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA
Hace 6 años
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